César Vallejo

| martes, 22 de enero de 2013 | 0 comentarios |
CÉSAR VALLEJO.






Mi segundo post va dedicado a uno de los grandes poetas de Latinoamérica, nada más y nada menos que César Vallejo quién es considerado entre los más innovadores poetas del siglo XX. Según el crítico Thomas Merton “Es el más grande poeta universal después de Dante”, esto también hace referencia a su gran legado del “dolor humano” ya que revoluciono la forma de ver la poesía, la forma de sentir y de escribir la poesía. Esto lo hace uno de los poetas más reconocidos a nivel internacional.
César Vallejo nació el 16 de marzo de 1892 en Santiago de Chuco, Perú. En la localidad de Trujillo se asocio con la llamada “bohemia trujilana” quienes eran un grupo de intelectuales, que para más adelante, seria conocido con el nombre de Grupo del Norte, en donde publica sus primeros poemas en diarios locales. Retornando a Lima en 1918 publica su primer libro de poemas: “Los Heraldos Negros” que constituye sus comienzos en la búsqueda de una diferenciación expresiva.
Tras la muerte de su madre María de los Santos Mendoza en el mismo año de publicación de su primer libro, decide regresar a su ciudad natal Santiago de Chuco en 1920, en donde es acusado injustamente y encarcelado durante 112 días por verse involucrado en un incendio, cosa que fue así. Al pasar dos años de su libertad publica su segundo poemario “Trilce”, para luego viajar a Paris en donde hiso amistad con Vicente Huidobro y mantiene contacto con Pablo Neruda.
En 1927, estando en Paris profundiza sus estudios sobre el Marxismo y comienza a interesarse más por los temas políticos y sociales. Un año más adelante hace su primer viaje a Rusia y retornando de esta funda una célula del Partido Socialista en Paris, parecida a la que había fundado en Perú a la que después denomino Partido Comunista Peruano. En 1929 regresa a Rusia y un año después viaja a España. Regresa a París, pero es expulsado por razones políticas; se traslada entonces a España nuevamente.
En 1931 publica su novela “Tungsteno”, para luego viajar de nuevo a Rusia e inscribirse en el Partido Comunista de España. Dos años más adelante, regresa a París y vive en la ilegalidad. En 1937 asiste al Congreso de Escritores Antifascistas en Madrid.
Finalmente murió en Paris el 15 de Abril de 1938; se le realiza un embalsamamiento y en 1939 se editan de manera póstuma, los Poemas Humanos.
Sin duda, este escritor no solo abarco a la poesía, sino que muchos géneros como la narrativa tanto cuentos como novelas, teatro, ensayos, y no olvidar su labor periodística. Al comenzar a leer el libro Los Heraldos Negros, se van a dar cuenta que ahí están marcadas vivencias cotidianas, a los orígenes, y también un poco de protesta desde un punto de vista personal, abarcando el destino del hombre, la muerte, el dolor y lo absurdo.
En Trilce van temas como la muerte de su madre, fracasos amorosos, la experiencia de no ser aceptado son como las principales influencias que lo marcaron, en donde expresa su soledad, el dolor y acerca de la existencia.
Este poeta de nuestro país vecino también tiene algo de revolucionario, marcado por el Marxismo y su tendencia política, (aquí no me meto xD) En su trabajo “España aparta de mí este cáliz”  comprende sobre la guerra civil de ese país y sobre el amor que le tiene y su miedo también. Bueno sin más preámbulos y de aburrirlos tanto xDD, aquí les dejo varios poemas suyos:
LOS HERALDOS NEGROS.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos
La resaca de todo lo sufrido
Se empozara en el alma… Yo no sé!



Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras.
En el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
O los heraldos negros que nos manda la muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
De alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
De algún pan que en la puerta del horno se nos quema.


Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como
Cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
Vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
Se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!

MASA.

Al fin de la batalla, 
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre 
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!» 
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. 


Se le acercaron dos y repitiéronle: 
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» 
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. 

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, 
clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!» 
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. 


Le rodearon millones de individuos, 
con un ruego común: «¡Quédate hermano!» 
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. 


Entonces todos los hombres de la tierra 
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; 
incorporóse lentamente, 
abrazó al primer hombre; echóse a andar...

TRILCE.



Hay un lugar que yo me sé 
en este mundo, nada menos, 
adonde nunca llegaremos. 

Donde, aun si nuestro pie 
llegase a dar por un instante 
será, en verdad, como no estarse. 

Es ese sitio que se ve 
a cada rato en esta vida, 
andando, andando de uno en fila. 

Más acá de mí mismo y de 
mi par de yemas, lo he entrevisto 
siempre lejos de los destinos. 

Ya podéis iros a pie 
o a puro sentimiento en pelo, 
que a él no arriban ni los sellos. 

El horizonte color té 
se muere por colonizarle 
para su gran Cualquiera parte. 

Mas el lugar que yo me sé, 
en este mundo, nada menos, 
hombreado va con los reversos. 

¿Cerrad aquella puerta que 
está entreabierta en las entrañas 
de ese espejo?¿Está?? No; su hermana. 

¿No se puede cerrar. No se 
puede llegar nunca a aquel sitio 
do van en rama los pestillos? 

Tal es el lugar que yo me sé.
AVESTRUZ.
Melancolía, saca tu dulce pico ya; 
no cebes tus ayunos en mis trigos de luz. 
Melancolía, basta! Cuál beben tus puñales 
la sangre que extrajera mi sanguijuela azul! 


No acabes el maná de mujer que ha bajado; 
yo quiero que de él nazca mañana alguna cruz, 
mañana que no tenga yo a quién volver los ojos, 
cuando abra su gran O de burla el ataúd. 


Mi corazón es tiesto regado de amargura; 
hay otros viejos pájaros que pastan dentro de él... 
Melancolía, deja de secarme la vida, 
y desnuda tu labio de mujer...!
ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ.
Niños del mundo, 
si cae España ?digo, es un decir? 
si cae 
del cielo abajo su antebrazo que asen, 
en cabestro, dos láminas terrestres; 
niños, ¡qué edad la de las sienes cóncavas! 
¡qué temprano en el sol lo que os decía! 

¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano! 
¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno! 


¡Niños del mundo, está 
la madre España con su vientre a cuestas; 
está nuestra madre con sus férulas, 
está madre y maestra, 

cruz y madera, porque os dio la altura, 
vértigo y división y suma, niños; 
está con ella, padres procesales! 
Si cae ?digo, es un decir? si cae 
España, de la tierra para abajo, 
niños ¡cómo vais a cesar de crecer! 
¡cómo va a castigar el año al mes! 
¡cómo van a quedarse en diez los dientes, 
en palote el diptongo, la medalla en llanto! 
¡Cómo va el corderillo a continuar 
atado por la pata al gran tintero! 
¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto 
hasta la letra en que nació la pena! 


Niños, 
hijos de los guerreros, entre tanto, 
bajad la voz que España está ahora mismo repartiendo 
la energía entre el reino animal, 
las florecillas, los cometas y los hombres. 
¡Bajad la voz, que está 
en su rigor, que es grande, sin saber 
qué hacer, y está en su mano 

la calavera, aquella de la trenza; 
la calavera, aquella de la vida! ¡Bajad la voz, os digo; 
bajad la voz, el canto de las sílabas, el llanto 
de la materia y el rumor menos de las pirámides, y aun 
el de las sienes que andan con dos piedras! 

¡Bajad el aliento, y si 
el antebrazo baja, 
si las férulas suenan, si es la noche, 
si el cielo cabe en dos limbos terrestres, 

si hay ruido en el sonido de las puertas, 
si tardo, 
si no veis a nadie, si os asustan 
los lápices sin punta, si la madre 
España cae ?digo, es un decir?, 
salid, niños, del mundo; id a buscarla!...

HECES.

Esta tarde llueve, como nunca; y no 
tengo ganas de vivir, corazón. 

Esta tarde es dulce. Por qué no ha de ser? 
Viste de gracia y pena; viste de mujer. 

Esta tarde en Lima llueve. Y yo recuerdo 
las cavernas crueles de mi ingratitud; 
mi bloque de hielo sobre su amapola, 
más fuerte que su "No seas así!" 

Mis violentas flores negras; y la bárbara 
y enorme pedrada; y el trecho glacial. 
Y pondrá el silencio de su dignidad 
con óleos quemantes el punto final. 

Por eso esta tarde, como nunca, voy 
con este búho, con este corazón. 

Y otras pasan; y viéndome tan triste, 
toman un poquito de ti 
en la abrupta arruga de mi hondo dolor. 

Esta tarde llueve, llueve mucho. ¡Y no 
tengo ganas de vivir, corazón!




EL PAN NUESTRO.


Se bebe el desayuno... Húmeda tierra 
de cementerio huele a sangre amada. 
Ciudad de invierno... La mordaz cruzada 
de una carreta que arrastrar parece 
una emoción de ayuno encadenada! 

Se quisiera tocar todas las puertas, 
y preguntar por no sé quién; y luego 
ver a los pobres, y, llorando quedos, 
dar pedacitos de pan fresco a todos. 
Y saquear a los ricos sus viñedos 
con las dos manos santas 
que a un golpe de luz 
volaron desclavadas de la Cruz! 

Pestaña matinal, no os levantéis! 
¡El pan nuestro de cada día dánoslo, 
Señor...! 

Todos mis huesos son ajenos; 
yo talvez los robé
y pienso que, si no hubiera nacido, ! 
Yo vine a darme lo que acaso estuvo 
asignado para otro;
otro pobre tomara este café! 
Yo soy un mal ladrón... A dónde iré! 

Y en esta hora fría, en que la tierra 
trasciende a polvo humano y es tan triste, 
quisiera yo tocar todas las puertas, 
y suplicar a no sé quién, perdón, 
y hacerle pedacitos de pan fresco 
aquí, en el horno de mi corazón...!
 

ME VIENE, HAY DIAS, UNA GANA UBÉRRIMA, POLÍTICA...


Me viene, hay días, una gana ubérrima, política, 
de querer, de besar al cariño en sus dos rostros, 
y me viene de lejos un querer 
demostrativo, otro querer amar, de grado o fuerza, 
al que me odia, al que rasga su papel, al muchachito, 
a la que llora por el que lloraba, 
al rey del vino, al esclavo del agua, 
al que ocultóse en su ira, 
al que suda, al que pasa, al que sacude su persona en mi alma. 
Y quiero, por lo tanto, acomodarle 
al que me habla, su trenza; sus cabellos, al soldado; 
su luz, al grande; su grandeza, al chico. 
Quiero planchar directamente 
un pañuelo al que no puede llorar 
y, cuando estoy triste o me duele la dicha, 
remendar a los niños y a los genios. 

Quiero ayudar al bueno a ser su poquillo de malo 
y me urge estar sentado 
a la diestra del zurdo, y responder al mundo, 
tratando de serle útil en 
lo que puedo, y también quiero muchísimo 
lavarle al cojo el pie, 
y ayudarle a dormir al tuerto próximo. 

¡Ah querer, éste, el mío, éste, el mundial, 
interhumano y parroquial, proyecto! 
Me viene a pelo 
desde el cimiento, desde la ingle pública, 
y, viniendo de lejos, da ganas de besarle 
la bufanda al cantor, 
y al que sufre, besarle en su sartén, 
al sordo, en su rumor craneano, impávido; 
al que me da lo que olvidé en mi seno, 
en su Dante, en su Chaplin, en sus hombros. 

Quiero, para terminar, 
cuando estoy al borde célebre de la violencia 
o lleno de pecho el corazón, querría 
ayudar a reír al que sonríe, 
ponerle un pajarillo al malvado en plena nuca, 
cuidar a los enfermos enfadándolos, 
comprarle al vendedor, 
ayudar a matar al matador ?cosa terrible? 
y quisiera yo ser bueno conmigo 
en todo.

CONSIDERANDO EN FRÍO, IMPARCIALMENTE...

Considerando en frío, imparcialmente,
que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
se complace en su pecho colorado;
que lo único que hace es componerse
de días;
que es lóbrego mamífero y se peina...



Considerando
que el hombre procede suavemente del trabajo
y repercute jefe, suena subordinado;
que el diagrama del tiempo

es constante diorama en sus medallas
y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,
desde lejanos tiempos,
su fórmula famélica de masa...


Comprendiendo sin esfuerzo
que el hombre se queda, a veces, pensando,
como queriendo llorar,
y, sujeto a tenderse como objeto,
se hace buen carpintero, suda, mata

y luego canta, almuerza, se abotona...


Considerando también
que el hombre es en verdad un animal

y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza...


Examinando, en fin,
sus encontradas piezas, su retrete,
su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo...


Comprendiendo
que él sabe que le quiero,
que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente...


Considerando sus documentos generales
y mirando con lentes aquel certificado
que prueba que nació muy pequeñito...


le hago una seña,
viene,
y le doy un abrazo, emocionado.
¡Qué mas da! Emocionado... Emocionado...

 


FUE DOMINGO EN LAS CLARAS OREJAS DE MI BURRO...


Fue domingo en las claras orejas de mi burro,
de mi burro peruano en el Perú (Perdonen la tristeza)
Mas hoy ya son las once en mi experiencia personal,
experiencia de un solo ojo, clavado en pleno pecho,
de una sola burrada, clavada en pleno pecho,
de una sola hecatombe, clavada en pleno pecho.
Tal de mi tierra veo los cerros retrasados,
ricos en burros, hijos de burros, padres hoy de vista,que tornan ya pintados de creencias,
cerros horizontales de mis penas.
En su estatua, de espada,
Voltaire cruza su capa y mira el zócalo,
pero el sol me penetra y espanta de mis dientes incisivos
un número crecido de cuerpos inorgánicos.
Y entonces sueño en una piedra
verduzca, diecisiete,
peñasco numeral que he olvidado,
sonido de años en el rumor de aguja de mi brazo,
lluvia y sol en Europa, y ¡cómo toso! ¡cómo vivo!
¡cómo me duele el pelo al columbrar los siglos semanales!
Y cómo, por recodo, mi ciclo microbiano,
quiero decir mi trémulo, patriótico peinado.